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martes, 15 de abril de 2008

La ejecución de Peter.


No, claro: no me refiero a la "arañita" que salva N. Y. (dejémoslo ahí, Stan Lee es un figura...)

Me refiero a Peter Pan. Peter (la foto, de la página de Andrew Birkin dedicada a Barrie, muestra a Peter Llewelin Davies) escondido en los Jardines de Kensington, tocando su flauta aguarda a que vislumbremos su belleza, su vanidad, su egolatría por encima de todas las cosas.

Adorado por la bella Tigridia, la celosa y envidiosa Campanilla y cómo no, la "mamá" Wendy, Peter rompe el pacto que al nacer hacemos con la muerte para eternamente vivir entre los "niños perdidos", él es primero, claro, que se perdió hace mucho tiempo...

La película sobre la vida de Barrie, el libro de Fresán "Jardines de Kensington" o la versión de Disney son algunos de los ejemplos de gente "cautivada" por una historia tan hermosa como trágica: claro que Peter no quiere crecer: crecer significa dejar los detalles y no preocuparse por matizar, es difuminar y mirar lo general: madurar es sano si no matamos del todo la inocencia que llevamos dentro porque si no, bienvenido al Matrix capitalista, hipócrita e imperialista (da igual uno u otro) al que hemos llegado.

Si perdemos la sorpresa ante el amor, la amistad o la poesía estamos peor que muertos: estaremos condenados a la pura realidad, y... ¿hay algo mejor que un poco de polvo de hadas para volar?


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Madurar conservando la sorpresa ante el amor, la amistad o la poesía, significa madurar correctamente.Deberíamos guardar un espacio para visitar a Peter Pan siempre que nos apetezca, pero, el que nos acompañe constantemente marcando nuestra ruta, creo que es igual de dañino que olvidarle para siempre.
R.D.P

tabúclown dijo...

Lo políticamente correcto es decirte que llevas razón, anónimo...

Un saludo...

Sirena Varada dijo...

Me temo que madurar es matar del todo la inocencia. Claro que, un poco de polvo de hadas pueden ayudar a sobrellevarlo, o mejor todavía la sonrisa de un payaso.

Un saludo