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lunes, 28 de abril de 2008

El terror a los resucitados...




La noche de los muertos vivientes, George A. Romero, 1968.

Con guión de Romero y Russo y bajo la dirección del primero, uno de los clásicos de terror mejor filmados nunca: qué exagerado.

Veo la edición especial del 30º aniversario, dirigida por Russo: no aporta nada a lo ya expuesto por Romero en el 68 (vaya año).

Por culpa de unas radiaciones, los muertos se levantan y los pajaritos no cantan sino que desaparecen, así como el color (b/n), el sonido (que en la de 1998 tiene retoques y un piano que ambienta), poco y bien seleccionado por Romero y los gañidos de los muertos, y todo lo que sea accesorio: la sobriedad en la manera de contar de Romero me asombra hoy, acostumbrado a ver tanto efecto especial en las películas modernas de terror y no terror, tanto artificio y ampulosidades varias.

Un par de escenas es lo que la nueva versión nos ofrece que sí quería comentar: al principio, parece que hay una justificación moral para el primer "resucitado": es un condenado a muerte (electrocutado por matar y violar a una niña) que Romero no insertó en la primera versión: me quedé pensando en la falta de necesidad para el espectador si no sabe esta información, porque si no, si el espectador asocia, parece que el cineasta nos dice:

es malo-----} es condenado----------}revive------------}también es malo, claro.

Un poco raro, así como el nuevo personaje que añaden los productores: un cura que es el último atacado por uno de los resurrectos pero que no es afectado por el "virus" (todo mordido, se convierte en "zombie"). Este personaje es un fanático que, en mi opinión, tampoco aporta nada a la historia del 68, que era mucho más abierta, menos dirigida hacia un pensamiento único -religioso, moral...- en la que Romero dejaba al espectador sobrecogido, sin ganas pero con miedo, tranquilo porque no quedan muertos por los campos, indignado ante el final del protagonista...

Estuve pensando que Romero contradecía totalmente la teoría cristiana del Nuevo Testamento (en nuestro particular mundillo cristiano, ególatra e importante): los muertos resucitan, sin justificación moral o religiosa y son caníbales e insaciables sin pensamiento autónomo ni fundamento para (no) vivir: qué gran metáfora de la in/actividad: los que se mueven como autómatas están en contra del pensamiento libre de los que, casualmente, están encerrados en una casa, donde las tensiones, la lucha por la supervivencia, el egoísmo y la cobardía afloran: al estar en contra de éstos que piensan por sí mismos, la fuerza es la única esperanza contra la sinrazón que practican estos muertos vivientes. Aún así, el diferente dentro de la diferencia, quizá tampoco sobreviva...


Sí, vale. También es de mis favoritas, y así la comento, con entusiasmo. Sólo tenéis que ver la escena que yo llamo "pelea por tripas".

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