Música, sexo, cine, literatura, tabúes, humor...

lunes, 19 de mayo de 2008

Amarcord... ¿que si me gusta lo polifónico?


Amarcord, Federico Fellini, 1974.

De Fellini nada voy a decir ahora que ya no dijera la gente que sabe de esto. Lo que sí deseo es expresar mi admiración por una película digna, dura, impresionante y sin tapujos.

Fellini logra dar una visión irónica y sarcástica, del crecimiento físico, intelectual y moral de unos adolescentes en la época del fascimo italiano, poniendo de relieve cómo cambian los pensamientos sobre libertad y autonomía personal cuando la fuerza acorrala y la razón sometida por la violencia ejercida por el poder.

En estos Recuerdos hay un discurso visual magnífico sobre el azar de la vida y el amor: (cuando Tito elige uno u otro camino para conseguir encontrarse con Gradisca, el mito sexual del pueblo); sobre la locura en el personaje del tío Teo; sobre la obsesión erótica en la "pobre" Volpina (recordemos "vulpe" es zorra en latín, "vulpessa" en italiano...).

Una crítica al sistema de educación y al profesorado nos introduce en un mundo religioso y pagano con escenas carnavalescas propias de las ferias que se suceden en los pueblos: antiquísimas ceremonias donde el fuego y la purificación contrastan con las imaginaciones rocambolescas que espera el señor cura que los niños le confiesen.

A través de lo cotidiano de una familia, Fellini aprovecha para hablarnos de la vida y la muerte, todo aderezado con unos guiños reconocibles tan sólo por estar construidos bajo la atenta mirada de un genio.

El metacine, por último, me dejó impresionado: esos dos o tres personajes que le hablan directamente al espectador, exhibiendo sus "poderes" (el abogado, intelectual y el vendedor, sexual, con las concubinas), son silenciados por algo tan poderoso como la ruptura de los personajes: personajes que dejan de serlo y de pronto, por arte de la narratividad vuelven a serlo, lo reconocen, se acuerdan, se amarran al guión otra vez y ¡hop! a ser lo mismo de siempre.

Termino comentando que la belleza existe de manera sobrenatural en una escena: cuando el grupo de amigos se pone a tocar instrumentos invisibles, a danzar y bailar al son de la melodía, inaudible para ellos, pero famosa para el espectador porque recorre la película de principio a fin.




No hay comentarios: