Hace poco hablaba con un amigo sobre la Biblia, el Catolicismo y, en general, de lo negativo que es el fanatismo en cualquier parte central de nuestra cultura. Salió el Islamismo también, claro, pero sobre todo nos centramos en la religión cristiana y muy egocéntricamente, claro, en la parte católica.
Pienso que mal lo llevamos si hoy, nos seguimos planteando la autoría del libro sagrado de los cristianos, si no vemos las diferencias entre el Antiguo y el Nuevo testaemento y si no reconocemos una gran presencia literaria en un conjunto de mitos y leyendas que sirvieron y sirven para explicar socialmente cambios o reiteraciones del hombre moderno con un punto de vista clásico o antiguo.
Pero peor veo que la Iglesia Católica, abogue por la parte de los estigmas y las santificaciones, posesiones y derivados de malignos espíritus con diferentes nombres y que tenga un cuerpo de exorcistas preparados para enfrentarse al mal, cuando el mal real, llamémosle x, parte y va del hombre hacia el hombre.
Suena a publicidad desesperada. A ganas de mantener adeptos bajo la amenaza y la coacción, que es posible sufrir cuando la incultura, la poca información o la buena desinformación está presente. Siempre hubo sacerdotisas, pitonisas, chamanes y gente en contacto con espíritus o entes sobrenaturales.
Mas no hay justificación para comerciar con vidas, creencias o sentimientos.